miércoles, 23 de noviembre de 2011

Bécquer




  
Nacido en Sevilla en 1836. Fue poeta y narrador romántico.

Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman;
el cielo se deshace en rayos de oro;
la tierra se estremece alborozada;
oigo flotando en olas de armonía
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
¡Es el amor, que pasa!







Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.




-¿Qué es poesía? -dices mientras clavas      
en mi pupila tu pupila azul-.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
  Poesía... eres tú.

  

        Por una mirada, un mundo;
        Por una sonrisa, un cielo,
        por un beso.... ¡Yo no sé
        que te diera por un beso!
                        

 
Despierta, tiemblo al mirarte;

dormida, me atrevo a verte;


por eso, alma de mi alma,


yo velo mientras tú duermes.




   Despierta, ríes, y al reír, tus labios



       inquietos me parecen



relámpagos de grana que serpean



      sobre un cielo de nieve.




   Dormida, los extremos de tu boca



       pliega sonrisa leve,



suave como el rastro luminoso



      que deja un sol que muere.



      -¡Duerme!




   Despierta, miras, y al mirar, tus ojos



      húmedos resplandeces



como la onda azul, en cuya cresta



      chispeando el sol hiere.




   Al través de tus párpados, dormida,



       tranquilo fulgor viertes,



cual derrama de luz templado rayo,



       lámpara transparente...



      -¡Duerme!




   Despierta, hablas, y al hablar, vibrantes



       tus palabras parecen



lluvia de perlas que en dorada copa



       se derrama a torrentes.




   Dormida, en el murmullo de tu aliento



       acompasado y tenue,



escucho yo un poema que mi alma



      enamorada entiende...



      -¡Duerme!




   Sobre el corazón la mano



me he puesto por que no suene



su latido y de la noche



turbe la calma solemne.




   De tu balcón las persianas



cerré ya por que no entre



el resplandor enojoso



de la aurora y te despierte...



      -¡Duerme!






































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